28 enero 2009

 

Carta desde Israel.

He encontrado esta carta que envía una ciudadana israelí a Milenio.

Cuando llegué a Israel mi punto de vista era completamente pacifista, creía que los israelíes, cuando se referían al conflicto, hablaban desde el fondo de su rencor y no aceptaban mi punto de vista. Me decían: espera que vivas aquí unos cuantos años más y te vas a dar cuenta que no es tan fácil y tan rosa como tú lo ves. Por mi parte, yo me había vuelto partidaria de comprar verduras en el puesto del árabe, las pitas lo mismo, me encantaba ir a Yaffo y comer hummus en restaurantes de musulmanes-israelíes.

Era cordial y me encantaba decir que no era judía para hacerme de su confianza y arrancarles una sonrisa franca. En pocas palabras vivía en un sueño. No podía comentarlo con todo mundo, pero seguía pensando que era cuestión de fe, de creer en ellos. Estaba segura que la mayoría eran buenas personas, que había muchos que no querían el conflicto, que estaban atrapados entre dos mundos y no les quedaba de otra que vivir conjuntamente con los judíos y tratar de sobrevivir. Ahora, es bien sabido que la vida de estos árabes en Israel (hay muchos en Tel Aviv y Yaffo, por ejemplo) es mucho mejor que la de aquellos en Gaza o Cisjordania.

Poco a poco, al escuchar historias (no tanto de los periódicos o las noticias, pues hay mucha manipulación, de eso que no te quede duda), comprendí que no podía seguir creyendo en ellos como lo hacía antes. Un conocido fue golpeado en plena calle por musulmanes, mi cuñado fue muerto por palestinos en Ashkelon, también en plena calle, así nomás, por sus huevos. Apenas hace unos días un ecuatoriano fue confundido como judío, y los palestinos lo mataron. Después de escuchar muchas historias como éstas, y después de varios años viviendo aquí y tener un esposo que adora a Netanyahu y que es derechista, mi punto de vista cambió.

Ahora comprendo que en efecto hay muchos musulmanes-israelíes que tienen las mejores intenciones y es gente de bien (mi dentista es uno de ellos, a quien mi esposo detesta, por eso él va con otro, judío, por supuesto). Sin embargo, hay muchos otros que luchan por la causa palestina, y son ellos los que ayudan a pasar a los terroristas, los que silenciosamente cooperan para que se lleven a cabo atrocidades, a pesar de que reciben de Israel los mismos derechos que yo, y que cualquier otra persona que viva aquí.

El conflicto no es político, es SOCIAL. No importa cuánto Abbas quiera la paz y se empeñe en tener buenas relaciones con Bush y Olmert, no importa que Europa esté de acuerdo y que se firmen tratados. La gente es el problema, los terroristas son un cerebro que actúa de manera independiente. El gobierno palestino no tiene injerencia, no los puede contener y la gente los apoya. Otros países árabes los apoyan, países más ricos que el gobierno palestino. Es como en México, para arreglar el problema de la corrupción, la pobreza, la falta de educación en el sur, etc, se tiene que comenzar desde abajo, con los niños, con las nuevas generaciones y quizá en 100 años cambie el país. Lo mismo acá. Cuando las Fuerzas de Defensa Israelí tiran las casas de los terroristas y matan parejo, los niños no tienen otra imagen en sus pesadillas que la del mismo Satanás personificado en cada judío. Cuando estos niños, que no tienen educación, que crecen sin padre (pues fue terrorista o cooperó o murió en una infiltración israelí), que no escuchan otra cosa en su casa sino el odio por los judíos, todo gira alrededor de la palabra venganza. Y sigue y sigue y no se detiene este ciclo vicioso.

¿Por qué digo que no es un conflicto político o territorial? Porque políticamente y territorialmente se puede llegar a muchos acuerdos, benéficos para ambos bandos, pero socialmente no. Las condiciones de vida en Gaza son como las que existen ahora en los peores barrios de Irak, porque los niños desde pequeños aprenden a tirar con armas largas y rezan a Mahoma para que algún día les dé la oportunidad de matar a un judío. Es el mismo sentimiento de unos y otros. Aunque unos (nosotros) vivimos bien, y los otros, apenas viven.

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