31 enero 2009
Bibi será el próximo premier israelí.
Según todos los sondeos de intención de voto de cara a las elecciones del 10 de febrero en Israel, la ventaja del dirigente del Likud Benjamín Netanyahu sobre el resto de los partidos es constante en los últimos dos meses. La última encuesta, publicada ayer por el diario Maariv, otorga al Likud 28 escaños de los 120 que tiene el Kneset y al Kadima 23.
Las diferencias respecto del Kadima de Livni se cifran entre dos y seis diputados, pero Netanyahu disfruta de una mayor capacidad de formar una coalición de gobierno. El Partido Laborista, de Ehud Barak, obtendría 17 escaños, seguido del ultranacionalista Israel Betenu con 16. Les siguen de lejos el partido ultra-ortodoxo Shas, con 10, y el pacifista Meretz con 6, mientras que el resto de los escaños se los reparten un grupo de pequeñas formaciones cada una con cinco o menos asientos.
Israel Betenu, liderada por el ex ministro Avigdor Lieberman y su aliado natural, podría convertirse con 16 escaños en la tercera fuerza política en el Parlamento, por delante del Partido Laborista. Lieberman fue hombre de confianza y mano derecha de Netanyahu en el Likud y en el Gobierno hasta 1997. Sin él, el actual líder del Likud nunca hubiera llegado a primer ministro. El líder del Likud deberá además buscarse el apoyo de otros entre 15 y 20 diputados para disfrutar de un gobierno estable, y no le faltarán candidatos.
El Shas, de los ultra-ortodoxos sefardíes y con entre 10 y 12 diputados en los sondeos, es la otra formación clave para Netanyahu, quien a fin de precipitar el adelanto de elecciones, dio supuestamente garantías presupuestarias a este partido para que no entrara en la coalición que trató de formar Livni en octubre. Es de suponer que el líder del Likud, un viejo zorro de la política israelí, tratará de balancear su gobierno con el Laborismo, una opción que Barak -a quien le ha ofrecido seguir al frente de la cartera de Defensa- no descarta.