19 diciembre 2008

 

La lucha contra el racismo.

Menashe Bar-On escribe sobre la incapacidad de las naciones que conforman la ONU y ONGs para llegar a un acuerdo acerca del racismo, asicomo sobre la hipócrita condena de los mismos de la única democracia de Oriente Medio.

El antisemitismo, virulenta y maliciosa forma de racismo, no fue más considerado un flagelo digno de ser combatido. En su lugar, expresiones del “Nuevo Antisemitismo” se hicieron norma. Israel fue llamado “entidad racista” y cuestionado hasta en su mismo derecho a la existencia, llamando, por ejemplo, a “negar al pueblo judío su derecho a su autodeterminación” y reclamando que, “la existencia del Estado de Israel, es una tentativa racista” en clara violación de la definición circulante deantisemitismo de la Unión Europea.

Afortunadamente, Israel no está solo en sus esfuerzos para evitar conferir legitimidad a ese encuentro ilegítimo. Canadá anunció que no asistirá, mientras que otros miembros de UN Western y Others Group (WEOG) indicaron que reconsiderarán su participación. Pero no es suficiente. Ahora es tiempo que las naciones democráticas del mundo apoyen y digan que no participarán de una conferencia que no hace nada para combatir el racismo y la discriminación, sino que, en realidad, legitima el odio y el extremismo. Es tiempo que, aquellos que creen en la igualdad y libertad, digan “no” a Durban II; encuentro que se burlará de aquellos valores que sus miembros suponen que tienen.

Ahora es el momento de evitar que, un foro de la ONU, se convierta en un encuentro unilateral y antisemita, que no tenga nada que ver con combatir al racismo y mucho que ver con su promoción. Este es el único camino para evitar que, futuras conferencias, se descarrilen, de modo que -la denodada lucha contra el racismo- puede llevarse a cabo sin ser contaminada por actividades racistas.

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