16 febrero 2008
Israel, solo ante Irán.
Manuel Coma, Profesor Titular de Historia Contemporánea en la UNED y hasta el 2006 Analista del Real Instituto Elcano, escribe sobre las probabilidades que le quedan a Israel a la hora de enfrentarse al peligro nuclear de la dictadura islamofascista iraní en solitario.
Las Fuerzas de Defensa Israelíes se preparan intensamente para destruir esa amenaza. El gobierno, por no hacer, ni siquiera ha desarrollado un programa de construcción de refugios en el sur, barrido a diario por los misiles lanzados desde Gaza, o en el norte, de donde hubo que evacuar a más de 600.000 mil personas durante la segunda guerra del Líbano, en el verano de 2006. Acaba de salir el informe definitivo de la comisión Winograd, 600 páginas, que deja al descubierto muchas de las chapuzas gubernamentales de entonces, pero Olmert y su gobierno impertérritos.
Muchos creen que está rompiendo uno de los elementos del pacto social sobre el que se construyó el Estado judío: el que está en el poder asume la responsabilidad de un fracaso en materia de seguridad, aunque no haya sido su culpa. Pero eso era antes. Olmert es impopular, pero su mayoría, aunque recientemente adelgazada, parece seguir siendo estable. Muchos diputados saben que no repetirán, así que elecciones cuando toque. La cuestión ha sido magnificada por la ambigua y dudosa Estimación sobre el programa nuclear iraní de los servicios de inteligencia americanos.
Al decir que el aspecto armamentístico quedó paralizado en el otoño de 2003 Washington ha retirado de la mesa la opción militar y ha debilitado todas las demás presiones que pudieran ejercerse sobre Teherán. Al hacerlo ha aumentado la probabilidad de que los israelíes actúen por su cuenta. Serían menos efectivos que los americanos y tendrían que hacer frente a una lluvia de represalias. Pero sólo hace falta un gobierno que se atreva.
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No es justo que sea solo Israel el que deba enfrentarse a un régimen que es un peligro para TODO Occidente. Pero si es necesario, Israel no tendrá más opción que realizar el trabajo sucio por su cuenta y ser criticado por ello, como sucedió en 1981 con el programa nuclear iraquí.
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