28 enero 2008
Israel como chivo expiatorio.
Rafael Bardají escribe sobre la hipócrita condena internacional a Israel por el uso que ha hecho del derecho a defender a sus ciudadanos en su lucha contra el terrorismo palestino.
Cuando los líderes palestinos se presentan como moderados, no importa que no hayan sido elegidos democráticamente, la comunidad internacional corre a abrazarlos y a financiar su ineficacia. Sin embargo, cuando los dirigentes palestinos elegidos no son los que nos gustan, como es el caso de los terroristas de Hamas, aupados al gobierno a través de las urnas, entonces, pretendemos distinguir entre el pobre pueblo palestino y la banda de criminales que lo tiene secuestrados. El voto, libremente decidido, no cuenta.
Los palestinos de Gaza optaron voluntariamente por un gobierno de terroristas. Nos guste o no. Y deben ser responsables por ello. Los actos tienen consecuencias. Más para Israel que sufre la lluvia de cohetes desde Gaza todos los días sin que Hamas haga nada para pararlo.
Gaza fue calificada por el gobierno de Israel como "territorio hostil" y le ampara el derecho internacional y bélico para adoptar este tipo de medidas. La Convención de Ginebra no impide el corte parcial o total, temporal o ilimitado de corriente eléctrica. Es más, ¿a qué tanto escándalo contra Israel cuando Egipto impide que los palestinos de Gaza se nutran de lo necesario a través de su frontera en el sur? ¿Por qué Mubarak no permite el libre comercio entre ambos pueblos? Eso sí que ayudaría. Hechos, no condenas.
El error del gobierno israelí no ha sido imponer el bloqueo limitado, sino no haberse preparado para aguantar las presiones internacionales, alimentadas por la excelente propaganda de Hamas. Levantarlo sólo tiene un vencedor, Hamas. Y muchos perdedores, Israel, nosotros y los pobres palestinos que seguirán irremisiblemente bajo sus terroristas. Eso sí, democráticamente elegidos.