09 diciembre 2007

 

Novedades literarias: "Churchill y los judíos".


Este libro "Churchill and the Jews", escrito por el aclamado biógrafo de Churchill, Martin Gilbert, examina un aspecto a menudo pasado por alto de la carrera del líder británico: su relación con los judíos y con las cuestiones judías. Utilizando un importante hallazgo de documentos, Gilbert muestra como Churchill mantuvo una gran amistad con judíos británicos o como su padre fue un firme partidario dell establecimiento de un estado judío en Palestina (En años posteriores, Churchill aún se referería a sí mismo como un viejo Sionista). Así mismo Gilbert muestra como Churchill reconoció ya en 1933 el grave peligro para el pueblo judío europeo que planteaba el régimen de Hitler.

Yoav Tenembaum escribió un gran artículo para Jewish Post de Nueva York sobre la relación de Churchill con los judíos y con Israel.

En referencia a los años que precedieron a la creación del Estado judío, el historiador Bernard Wasserstein argumenta que "no se sabe de ningún estadista británico que apoyara de modo más consistente y enfático al sionismo como solución al problema judío que Winston Churchill". Consideró la instauración del Estado "como una de las aventuras más esperanzadoras y alentadoras del siglo XX". Sólo a ocho meses de transcurrida la proclamación del Estado Churchill le declaró a la Cámara de los Comunes: "La realización de un Estado judío en Palestina es un evento en la historia del mundo que debe ser visto no bajo la perspectiva de una generación o de un siglo, sino de mil, dos mil o incluso tres mil años".

La actitud de Churchill en relación con el sionismo y el Estado de Israel fue distintivamente positiva; las imágenes que acariciaba rayaban en lo romántico. En tal sentido, no hubo nadie que se asemejara a Churchill entre los políticos y funcionarios británicos de la primera mitad de los años cincuenta. Sobre cualquier asunto pertinente al país, la retórica de Churchill fue más proisraelí que la de cualquier otro dirigente o funcionario, reflejando, más allá de consideraciones políticas y un simple juicio de principios, una vinculación emocional con esa nación y el caso que presentaba.

Churchill fue el mejor amigo de Israel y, como amigo, su actitud había sido perfilada tanto por el sentimiento como por consideraciones prácticas. Estaba vinculado emocionalmente con Israel y su gente, y su estadía allí fue el corolario de esto. Declaró muchas veces su simpatía por el sionismo, su nexo emocional con el pueblo judío y su soberanía estatal restaurada, con una disposición permeada por el conflicto árabe-israelí. Fue quizá el último de los gentiles sionistas románticos. Incluso el último de los sionistas románticos.


El espíritu de Winston Churchill, que admiró a los judíos por su energía,
su inteligencia, y su creatividad, debe estar revolcándose en su tumba. "El fue un amigo en sus horas de necesidad y un amigo en los hechos", escribe Martin
Gilbert en su nuevo libro: "Nunca ha sido más relevante el Ministro preferido de América del Norte. El primer ministro no podía entender porqué los árabes rechazaron aprender técnicas agrícolas de los judíos de Palestina hace ocho décadas. El no podia entender porqué la presencia de judíos era considerada como una injusticia para los árabes ni porqué ciertos caballeros ingleses pensaban que había más para ganar con la ocupación por los árabes de las desérticas y áridas tierras que con los judíos que convirtieron al desierto en un gran oasis.

Comments:
No quiero contradecir a Daniel, pero yo tenía entedido que el Winston Churchill, a pesar de ser un antinazi militante, era un tipo bastante antisemita. El señor Churchill fue quien dijo:

"Hay personas en este país —ellas serían las primeras en rechazar el calificativo de patriotas— que se alegrarían si Lenin y esa extraña y tenebrosa banda de anarquistas y aventureros judíos lograran, sin obstáculos ni rivales, subir al elevado trono de los Zares, y al despotismo de un sistema tiránico unieran una propaganda destructora. Se apresurarían a ser los primeros en arrojarse a los pies de estos nuevos tiranos.

Esta terrible catástrofe ha sido producida por una banda relativamente pequeña de revolucionarios profesionales, la mayor parte judíos, que ha sorprendido al desgraciado pueblo ruso en un momento de debilidad e ignorancia, que han experimentado en ella con lógica cruel todas las doctrinas comunistas que aquí en nuestro país podemos proclamar tan libremente. En Rusia las han realizado. Han convertido en efecto las palabras en hechos, asesinando desconsideradamente a todo el que se les pusiera delante.

Es un espectáculo nunca visto, el que una banda de conjurados sin patria, salidos del hampa de las grandes urbes europeas y americanas, trabaje bajo la dirección despótica de un país que un día fue el poderoso e imponente imperio ruso."


Con motivo de una recepción en el Club Britlsh-Russia, el 17-7-19, según el "Manchester Guardian" del 18-7-19; 24-9-21 en el Caird Hall de Dundee, según el "Mornmg Post" del 26-9-21; 28-11-25, en Tunbridge Wells, según el WTB del 29-11-25.

"No hay necesidad de exagerar el papel jugado en la creación del Bolchevismo y en el actual desarrollo de la Revolución Rusa por estos internacionalistas, y en su mayor parte ateos, judíos. Ciertamente su papel es un muy grande, probablemente supera a todos los demás. Más aun, la principal inspiración y poder conductor viene de los lideres judíos [...] En las instituciones Soviéticas el predominio de los judíos es aun más asombrosa. Y la más importante, sino la principal, parte del sistema de terrorismo aplicado por las Comisiones extraordinarias para combatir la contra-revolución has sido controlado por judíos, y en algunos casos muy notables, por judías. La misma maligna prominencia fue obtenida por los judios durante el breve periodo de terror durante el cual Bela Kun dirijo Hungría. El mismo fenómeno se ha presentado en Alemania (especialmente en Baviera) tanto como se ha permitido a esta locura devorar esta postración pasajera del pueblo alemán.

Aunque en todos estos países hay muchos judíos que son tan malos como el peor de los revolucionarios judíos, la parte jugada por estos últimos, en proporción a al porcentaje que representan en la población es asombrosa."

("Zionism Versus Bolshevism: A Struggle for the Soul of the Jewish People." Illustrated Sunday Herald, London, February 8, 1920)



"Yo no creo que se exagere cuando se afirma que el comunismo y la revolución soviética han sido la obra de una mayoría judía. Con excepción de Lenin, los principales jefes revolucionarios han sido judíos. Se señala que Cicerine, uno, un puro ruso, fue reemplazado por su subordinado Litvinov y que la influencia de rusos como Bujarin (quien, sin embargo, fue definido como judío por el "Jeweish Chronicle" del 9 de octubre de 1953, NdA) o Launatchiarsky no puede ser comparada al poder de Trotsky o Zinoviev, el dictador de la ciudadela roja (Petersburgo, NdA) o al poder de Krassine o de Radek, estos últimos ambos judíos. En las instituciones soviéticas, la preponderancia de judíos es siempre sorprendente. Los procesos extraordinarios contra los combatientes contra-revolucionarios han sido hechos solo por judíos y, en numerosos casos, por judías. Un caso similar se repite en Hungría durante el breve período del terror de Bela Kun. Lo mismo ocurrió en Alemania, especialmente en Baviera..."

(WINSTON CHURCHILL, Zionism towards communism, "Illistred Sunday Herald", Londres, 8 de noviembre de 1920).


Esos discursos anteriormente citados pertenecen a la típica mezcla del anticomunismo con el antisemitismo. De todas maneras cabe destacar que en 1920 y 1930 el 70% de los europeos eran antisemitas (o al menos tenían prejuicios contra los judíos) y eran comunes aquellos discursos racistas contra el "judeobolchevismo". Hay que recordar también que Churchill (como todos los ingleses, alemanes, franceses, españoles, etc) le tenían miedo al "peligro rojo" que se avecinaba con la Revolución Rusa de 1917 y en ese "peligro rojo" entraban los judíos, quienes eran acusados de ser todos revolucionarios, subversivos, comunistas y agitadores (no solo para el Nazismo).

Por otro lado, los del otro bando, los extremistas comunistas, nos acusaban de ser justamente todo lo otro: "burgueses capitalistas explotadores reaccionarios".

El Nazismo, contradictoriamente, acusaba a los judíos de ser las dos cosas al mismo tiempo: comunistas revolucionarios y burgueses capitalistas explotadores. Es decir, el judío representaba todo lo malo que la sociedad debía descargar, tanto para los proletarios antisemitas, como para los burgueses antisemitas, como para los nacionalistas antisemitas, como para los católicos antisemitas, como para los liberales antisemitas, como para la gente no-política que tenía prejuicios. Actualmente, ese chivo expiatorio es ocupado por el judío de los países: Israel.
 
El libro de este historiador es bastante claro al respecto Andrés.
 
Por supuesto que es claro ese libro (además de aportar datos biográficos e históricos que empiricamente existieron), pero también es clara la cita que hice sobre las famosas frases antisemitas de Churchill. Es decir, mientras que una fuente dice que el político británico era absolutamente pro-sionista, pro-israelí y amante del pueblo judío, las fuentes que cito resaltan un antisemitismo visceral del señor Churchill (basado en el "judeobolchevismo", es decir, el antisemitismo anticomunista). Y la opinión de que Churchill era antisemita está apliamente extendida (varios autores e intelectuales dicen eso). La verdad es que yo personalmente no se a quién creerle. Desearía que el autor del libro que se difunde en este post diera alguna explicación para el antisemitismo de Churchill de la década del '20. Un cordial saludo.
 
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