09 octubre 2007

 

Convertir a Siria.

Shlomo Ben Amí, ex Ministro de Exteriores de Israel, cree erróneamente que una paz árabe-israelí se conseguirá únicamente mediante negociaciones simultáneas con los países árabes implicados, Siria incluida, para aislar a la dictadura fascista iraní.

Una conversión damascena es no solo posible, sino también decisiva para la paz regional. La hipótesis más realista es ahora una guerra en tres frentes que enfrente a Israel con Siria, Hamas y Hizbulá, pero una paz sirio-israelí enemistaría a Siria con el Irán, con lo que interrumpiría la corriente de suministro de armas a Hizbulá, además de permitir que se llevara a cabo con éxito la decisiva tarea de estabilizar el Líbano.

La única forma de arrancar a Siria del fatal abrazo iraní es la de atraerla hacia el plan regional de paz. Por desgracia, precisamente por su aislamiento y el carácter paranoide del régimen baasista, no es probable que los sirios cumplan las condiciones de Estados Unidos para las conversaciones de paz: abandonar sus actuales alianzas delincuentes y su asociación con el terror, pero una conversión damascena solo puede ser resultado de unas negociaciones, no un requisito previo para celebrarlas.

La idea de que el proceso de paz árabe-israelí requiere optar entre un camino sirio o uno palestino ha demostrado ser una falacia peligrosa. Ni los palestinos ni los sirios asentirán a su exclusión. Una fuerza revolucionaria en las relaciones internacionales es aquella cuyo nivel de insatisfacción con el statu quo es tal, que se esfuerza por socavarlo a cualquier precio.

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