26 septiembre 2007
Ataque a Siria.
Charles Krauthammer escribe sobre el secretismo que rodea a la última espectacular operación militar de Israel contra instalaciones nucleares en Siria, así como de la posibilidad del ataque contra el programa nuclear de la dictadura fascista iraní.
Tres días antes, un carguero que viajaba con bandera norcoreana atracaba en la ciudad portuaria siria de Tartus con un cargamento de "cemento". Una larga travesía que recorrer en busca de cemento. En cuestión de días, un alto funcionario del Departamento de Estado advertía de que "podría haber habido contacto entre Siria y algún suministrador secreto de equipo nuclear". Tres días más tarde, el 19 de septiembre, la reunión a seis bandas para desmantelar las instalaciones nucleares de Corea del Norte era de pronto pospuesta, por China oficialmente, casi seguro a petición de Corea del Norte.
Al margen de los sospechosos habituales -- Siria, Irán, Libia y Rusia -- solamente dos países hicieron constar contundentes protestas por el ataque israelí: Turquía y Corea del Norte. De Turquía lo podemos comprender. Su ejército podría haber abierto el acceso a Israel a una ruta aérea de pasaje sin haber informado siquiera al gobierno islamista civil. ¿Pero Corea del Norte? ¿Quién ha dado vela en este entierro a Corea del Norte? A menos que fuera una instalación norcoreana la golpeada.
Lo cual hace sonar las alarmas por muchos motivos. En primer lugar, mina todo el proceso de desarme norcoreano. Pyongyang podría estar vendiendo sus materiales a otros estados criminales, o quizá solamente escondiéndolos temporalmente en el extranjero al tiempo que permite vistosas inspecciones en casa.