19 agosto 2007
El Amor verdadero.
Otro nuevo artículo del Rav Michael Laitman, fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel. Asimismo es autor de más de 30 libros y sus clases diarias son transmitidas a nivel mundial por Internet a través de www.kab.tv/spa, con traducción simultánea a 5 idiomas, incluyendo español. Más información en www.kabbalah.info.
¿Cuánto se ha escrito y hecho en nombre del amor? Sin embargo, ¿quién de nosotros puede decir que realmente sabe lo que es?
Si recordamos los momentos más felices de nuestra vida, descubriremos que fueron aquellos en los que nos sentimos queridos. Todos deseamos amar, pero en realidad, no siempre sabemos cómo hacerlo.
La sabiduría de la Cabalá nos explica cuál es la razón de esta necesidad tan profunda e interna de amar y sentirnos amados, además de cómo conseguir el amor pleno y eterno.
El deseo es: Amar
Todos nosotros provenimos de una sola alma creada por Él, llamada el alma de Adam HaRishón (El Primer Hombre, en hebreo). Los cabalistas explican que la naturaleza del Creador es el amor y otorgamiento absolutos, mientras que la del alma de Adam HaRishón es el deseo de recibir placer y deleite.
Plan de entrenamiento
El Creador diseñó un "plan de entrenamiento" especial para que el alma desarrolle el deseo de amar.
Primero, la dividió en múltiples almas individuales, y se ocultó de ellas. Éstas adquirieron un deseo egoísta -de recibir amor-, y luego fueron vestidas en cuerpos de este mundo.
Los cabalistas explican que aún cuando el Creador se oculta de nosotros, Él nos ama inagotablemente. Pero los seres humanos no están ocultos, por lo que a través de nuestras relaciones con los demás, aprenderemos a elevarnos por encima de nuestro deseo innato de recibir amor egoístamente, y adquiriremos Su naturaleza.
Entonces, volveremos a nuestro estado pleno: unidos en una sola alma y Él se revelará entre nosotros, permitiéndonos reciprocarle con amor, debido a la "práctica" del amor hacia los demás que hayamos desarrollado.
Como una criatura recién nacida
El plan del Creador incluye varias etapas, en las cuales aprenderemos cómo reconectarnos con el resto de los fragmentos del alma de Adam HaRishón. Este proceso de evolución del deseo de amar es como el del crecimiento de un recién nacido. Al principio, el individuo siente su propio deseo únicamente, y se ve a sí mismo como el centro del universo. Necesita amor y demanda atención, como un bebé.
Al ir creciendo y desarrollándose el deseo de amar, el individuo aprende que le conviene cooperar y crear lazos de amor con su entorno, para ganar así lo que no puede conseguir por sus propios medios.
Mientras más crece el deseo del hombre, piensa que sería más feliz si dominara al resto de las personas y las usara para su propio bien. Pero al alcanzar la última etapa de su desarrollo, descubre que lo que más le falta es la capacidad de amar y otorgar ilimitadamente, como el Creador.
Tal como los padres aman a sus hijos
Uno de los más grandes placeres que conocemos es el de criar a nuestros hijos, pese a toda dificultad y sacrificio que esto implica.
Si amáramos a toda la humanidad como a nuestros hijos, la vida sería mucho más simple. Sin embargo, nuestra realidad actual es totalmente inversa. Entonces, ¿cómo podríamos desarrollar en nuestro corazón un amor hacia los demás como si fuesen nuestros hijos?
El que realmente lo busca, sin desistir, descubre la sabiduría de la Cabalá, el método que nos permite llegar al amor verdadero.
Alcanzando la naturaleza del Creador
En nuestra época, en la que la Cabalá se revela entre las masas, todas las almas están recibiendo la oportunidad de aprender cómo amar al prójimo. El que responde a este despertar interno en su corazón, puede estudiarla y llegar a experimentar el amor.
A través de esta sabiduría ancestral, el hombre llega a familiarizarse con los deseos de las demás almas y a amarlas incondicionalmente, como el Creador.
Cuando todos nosotros sepamos amar uno al otro, podremos reunirnos y volver a existir como una sola alma, volviendo a nuestro estado perfecto, y alcanzando la unión eterna con Él.