29 julio 2007

 

Novedades literarias: "Mi vida en Al Qaeda".


La obra, narrada en primera persona es la experiencia del autor, el marroquí Omar Nasiri, siete años inmerso en círculos yihadistas salafistas. Nasiri nos aporta su testimonio de siete interminables años de infiltración en el grupo terrorista Al-Qaeda. El itinerario seguido Nasiri dentro del mundo yihadista salafista se inicia en el sanguinario grupo terrorista argelino Grupo Islámico Armado (GIA) en suelo europeo en la primera mitad de los años noventa. Nasiri comienza su recorrido en Bélgica, donde en los primeros años noventa comprende las maldades del GIA y ello le lleva a ofrecerse a los servicios de inteligencia exterior franceses, la DGSE, para poner freno a los desmanes de esos asesinos.

La parte intermedia de las vivencias del autor transcurre en diversos campos de entrenamiento terrorista en Afganistán, donde la organización era la propia de los círculos académicos: de la experiencia iniciática en el Campo "Khalden" Nasiri pasaba curso al Campo "Darunta", donde confirmaba que allí se experimentaba con armas químicas como el gas mostaza a las órdenes de Abu Jalab al-Masri: aparte de ofrecer en esta segunda parte una interesante galería de personajes de Al Qaida como Abu Zubayda, responsable de reclutamiento en Peshawar y hoy preso en Guatánamo, o Ibn al-Sheij al-Libi, responsable del Campo "Khalden" y que habría sido entregado por los EEUU a Libia en abril de 2006, narra el aprovechamiento que los yihadistas podían hacer de un Estado fallido.

El tercer y último capítulo se refiere expresamente a Londonistán, descrito pormenorizadamente en términos de reproche a un Reino Unido que durante años cerró los ojos a una realidad terrorista representada por siniestros individuos como Abu Qutada, felizmente encarcelado hoy después de largos años de impunidad y a la espera de una posible extradición a su Jordania natal, Omar Bakri o el egipcio Abu Hamza, este último un pintoresco personaje cuya influencia ha sido también muy dañina para muchos musulmanes que recalaban en Londres. Abu Hamza no fue detenido hasta 2004 porque Washington se lo pidió a Londres y fue juzgado a principios de 2006 y condenado a siete años de prisión. Es significativo que en este apartado, más breve que el dedicado a Afganistán, el autor afirme en un momento dado que pasó más miedo en los círculos yihadistas londinenses que en los campos afganos.

Comments:
Es increible. Parece que los terroristas islámicos están más seguros viviendo en Europa y EE UU que en los países árabes. Eso se llama impunidad, algo muy peligroso.
 
Cierto Andrés, parace mentira las facilidades que Occidente da a estos abyectos sujetos para que se integren, se eduquen, se curen, etc... para que ellos devuelvan odio, fanatismo y en algunos casos muerte.
 
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