25 junio 2007

 

Quién mata, quién muere.

Joan B. Culla analiza varios casos de falta de parcialidad de los medios de comunicación cuando informan sobre el conflicto entre Israel y los árabes.

En agosto de 1977, hace casi 30 años, el semanal cairota El Usbuh el Arab publicó una caricatura política cuya lucidez y cuya vigencia son especialmente notorias a día de hoy. Se trataba de dos viñetas dispuestas verticalmente. En la de arriba, sobre un horizonte de bombardeos, cohetes y explosiones, dos combatientes atrincherados intercambiaban fuego de metralleta; uno lucía en su casco la estrella de David, mientras que el otro se cubría con un tocado típicamente árabe. El título de la escena era: "Guerra en Oriente Medio". En la viñeta inferior, el panorama de misiles, aviones y bombazos era idéntico, pero los dos combatientes que se tiroteaban con saña lucían, ambos, el tocado árabe. El pie del dibujo rezaba: "Paz en Oriente Medio".

Los choques interpalestinos en la franja de Gaza dieron pie a otro alarde de trato mediático desigual. Esta vez nadie habló de matanza ni acusó al ejército libanés de crímenes de guerra. En efecto: entonces como ahora, aquello que determina la mayor parte de las actitudes mediáticas y políticas externas respeto de la conflictividad en esa región del mundo, lo que fija el rasero a aplicar, no es quien muere, sino quien mata, y las luchas interárabes o intermusulmanas son objeto de un tratamiento muy distinto a aquellas otras en las que uno de los bandos es el israelí.

La actualidad nos acaba de proporcionar algunos ejemplos perfectos de esa dualidad de pesos y medidas. Por una parte, tenemos los combates del campo de refugiados de Naher el Bared, puerto de la ciudad de Trípoli, entre el grupúsculo fundamentalista palestino Fatah al Islam y el ejército regular libanés. Leyendo las crónicas periodísticas sobre esa crisis aun no concluida, supimos que había millares de civiles atrapados en el fuego cruzado, e incluso usados como escudos humanos por parte de los guerrilleros, y que no se respetaba a los convoyes humanitarios; nos enteramos del carácter laberíntico del campo y de que, por esa razón, no es sencillo derrotar a los islamistas "sin un coste en vidas muy elevado"; fuimos informados de que "los militares ian a entrar a sangre y fuego" y de que, entretanto, su artillería está reduciendo el recinto a "un montón de escombros", mientras el impreciso balance de muertos asciende ya a más de doscientos.

O sea, un escenario y unas conductas extraordinariamente semejantes a los que se vieron durante la fase álgida de la segunda intifada, en abril de 2002, cuando el ejército israelí tomó por asalto el campo de refugiados de Yenin, en Cisjordania, con un coste (según Human Rights Watch y la ONU) de 52 muertos palestinos y 23 israelíes. Sin embargo, esta vez nadie habló de matanza ni acusó al ejército libanés de crímenes de guerra, ningún representante de Naciones Unidas expresó su "repugnancia moral" por lo que ocurre a los aledaños de Trípoli, y a ningún Premio Nobel si le ocurrió comparar Naher el Bared con Auschwitz o Stalingrado.

Por el contrario, la prensa europea procuró despalestinizar a los combatientes de Fatah al Islam, descritos como yihadistas o como extranjeros, sin más precisiones, al tiempo que el cómputo de víctimas de los choques permanecía misteriosamente congelado en los 100 muertos desde el 23 de mayo. Esto, en lo que alcanza a los hechos. Porque, en el terreno del derecho y la luz del del pacto de 1969 que dio a los campos palestinos de Líbano un estatuto de extraterritorialidad, la actuación de los militares libaneses en Naher el Bared es tan discutible como la de los israelíes en Yenin en el 2002. Los choques interpalestinos de las pasadas semanas en la franja de Gaza dieron pie la otro alarde de trato mediático desigual, según la quien quepa oponer las víctimas.

No es ya que el recuento de estas, bastantes más de 100, según todos los indicios, sea discretamente soslayado, que no hayamos visto imágenes de cadáveres, esos tan frecuentes cuando quien los mata es Israel, menos aún imágenes de las ejecuciones sumarias perpetradas por Hamás contra oficiales de Fatah. Es más grave: el corresponsal en la zona de una televisión pública muy nuestra tuvo la desfachatez de presentar en sus crónicas los sucesos de Gaza como la improvisada respuesta defensiva de Hamás a las provocaciones de Fatah, cuando todos los datos disponibles apuntan la un golpe de mano islamista largamente planeado, implacablemente ejecutado y generosamente financiado por Teherán.

Sí, por supuesto que Hamás ganó las elecciones legislativas palestinas de enero de 2006. Pero, acaso un año antes Mahmud Abbas, de Fatah, no había ganado las elecciones presidenciales con un 62% de los votos? No le da eso, y el carácter fuertemente presidencialista del sistema político palestino, una legitimidad por lo menos tan sólida como la del Ejecutivo islamista de Ismail Haniya? Entonces, a qué criterio informativo responde el empeño del antedicho correspondiente, en los últimos días, por presentar a Abbas como un guiñol de Estados Unidos y de Israel, mientras él y otros colegas hablan del orden ejemplar que reina en Gaza bajo el control de Hamás?

No sólo en el caso de Palestina, ya va siendo hora de que nuestros medios periodísticos de filiación democrática clarifiquen sus posturas con respeto al fundamentalismo islámico, igual que las tienen claras con respeto a la extrema derecha xenófoba y racista. Sí, el islamismo político se alimenta en parte de agravios reales, también Hitler lo hizo, y puede ganar limpiamente en las urnas, también Hitler ganó, pero si consigue el poder ya no hay más elecciones libres, ni mujeres iguales en derechos, ni libertad religiosa, ni sexual, ni de prensa, ni... Eso es así en Irán y lo va a ser también en Gaza como lo sería en Argelia, Marruecos o Egipto; y es una lástima que, cegados por el espíritu crítico unidireccional solo contra Washington y contra Tel Aviv, algunos profesionales de la información lo pierdan de vista.

Comments:
Es increible. No hay cosa más reaccionaria y retrógrada en la humanidad que el fundamentalismo islámico (Hamás, Hezbolá, Los Hermanos Musulmanes, Irán, etc). Digo que es increible que semejante ideología totalitaria y anti-progresista sea apoyada en los medios de comunicación nada menos que POR LA IZQUIERDA (que se supone que, en teoría, lucha por el progreso y la revolución). Pero bue... de la misma manera que la izquierda europea hizo un pacto con lo más totalitario y reaccionario que existía en la década del 30 (Adolf Hitler, el amigo de Stalin), no nos debería sorprender que la izquierda actual, huérfana de ideas y un modelo soviético como referente, apoye a lo más atrasado, fundamentalista y medieval que existe actualmente en las ideologías humanas, que es el islamismo radical manejado por el régimen de los ayatolás. La izquierda hace rato que perdió el rumbo.
Parece contradictorio decir: el "progresista" español apoya al anti-progresista de Hamás... pero por eso no se llaman progresistas, sino simplemente progres.
Lo peor es la hipocresía: hace unos años, cuando en la segunda intifada del 2000, Arafat y su banda Fatah solo mataban judíos, los izquierdistas en Europa (Eurabia dirían algunos) decían: "son luchadores por la libertad". Pero ahora, que el Hamás aniquila al Fatah para llevar adelante una política fanática dirigida por Teherán, los izquierdistas en España dicen: "son luchadores por la libertad que combaten a los traidores de Fatah".
QUE RÁPIDO QUE CAMBIAN DE OPINION!

VERGUENZA! SOLO VERGUENZA!
¿Se imaginan al Che Guevara de la mano del presidente iraní diciendo: "hay que apoyar a los ayatolás"? (yo no)

Y si esos medios de comunicación en España son tan imbéciles y necios como para apoyar a los grupos terroristas islamistas, que por lo menos no digan que lo hacen en nombre de la izquierda, porque nos hace quedar mal a todos. Yo creo que la izquierda es la que más se debería oponer al fundamentalismo islámico y los terroristas de Hamás (¿acaso no recuerdan "la religión es el opio de los pueblos"?), es decir: Hamás es lo contrario al progreso planteado por la izquierda. NO PUEDO CREER QUE LA IZQUIERDA EUROPEA APOYE A LOS JEQUES PETROLEROS, TERRORISTAS Y AYATOLÁS FANÁTICOS! ME DA VERGUENZA AJENA! SOLO VERGUENZA!
 
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