18 junio 2007

 

Adiós a Palestina, ¿adiós a Israel?

Horacio Vázquez-Rial repasa el rechazo de los palestinos a crear su propio estado y analiza el enfrentamiento entre grupos terroristas.

Del proyecto panárabe dependía en gran medida la negativa palestina a aceptar el Decreto de Partición de noviembre de 1947, que ordenaba la creación de dos Estados en el territorio hasta entonces bajo protectorado británico. Fue la Liga Árabe, y no ninguna entidad palestina más o menos etérea, la que respondió que no, que nada de eso: "Vamos a echar a los judíos al mar". Por otra parte, era del todo lógico que fuese así, ya que no había por entonces (ni ahora, en realidad) nada parecido a una nación o un pueblo palestino diferenciado: la identidad palestina, si es que tal cosa existe, se ha ido creando a lo largo de los últimos años, cuando unas Naciones Unidas dispuestas, como siempre, a concederlo todo otorgaron a la OLP de Arafat –una organización terrorista; tanto como Al Qaeda, aunque con menos recursos, y tanto como la ETA, aunque con muchísimos más recursos– un sillón de representación oficial para que se sentara entre los jefes de Estado.

Hamás está mejor financiado. Tiene a Irán detrás. En ese sentido sí que es más peligroso que Fatah, porque es el encargado de retomar el proyecto panárabe devenido panislámico. Han ocupado Gaza, que ni Abu Mazen ni Israel van a reconquistar por ahora, y han conseguido el objetivo primordial: no habrá Estado palestino por muchísimos años, y lo que se propone como alternativa no formal, porque nadie quiere asumir responsabilidades de Estado, es una república islámica de modelo iraní. Todo es modelo iraní. Y, como decía con razón el domingo Ramón Pérez Maura en ABC, ¿por qué habría que confiar ahora más en Abu Mazen de lo que correspondía confiar en Arafat, es decir, poco?

Ahora bien: así contado, parece una historia aislada. Pero Cisjordania no tardará en caer, y es una rama religiosa de Fatah, Fatah al Islam, escindida en principio del partido de Abu Mazen, la que hace estragos en el sur del Líbano, junto a Hezbolá. Esa rama, perfectamente autónoma respecto del Gobierno de Fatah, incluye terroristas palestinos pero también yihadistas islámicos de variadas nacionalidades, no todas árabes, como informa George Chaya, quien también dice que Fatah al Islam se constituyó con la bendición de los servicios de inteligencia sirios y que tiene su sede operacional en Damasco, aunque no puede descartar la aportación al movimiento de los salafistas de Al Qaeda.

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