19 marzo 2007
Lobos con pieles de oveja.
El nuevo Gobierno de unidad nacional formado por el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás, y los nacionalistas de Al-Fatah, que ya ha logrado el respaldo del Parlamento, pone fin a un periodo de violencia interpalestina que ha provocado en los últimos meses más de doscientos muertos y ha sumido al país en una profunda crisis. El objetivo añadido de convencer a la comunidad internacional para que levante el boicot político y económico se presenta, sin embargo, más arduo. Hamás ha impuesto sus condiciones sobre la legitimidad del terrorismo y ha logrado eludir el reconocimiento formal del Estado de Israel, lo que presagia una actitud crítica y desconfiada de Estados Unidos y Gran Bretaña. Es posible que Arabia Saudí acuda ahora en socorro de las vacías arcas de la Autoridad Nacional Palestina pero, por muchos petrodólares que transfieran los árabes ricos a sus hermanos más desfavorecidos, no se logrará ocultar el nuevo fracaso en el agotador proceso de reconciliar a los dos pueblos.
En este momento son precisos pasos decididos que pongan el contador a cero y ofrezcan garantías de respetar los acuerdos ya existentes y firmados con la OLP. En caso contrario, será extremadamente difícil que el nuevo Gobierno presidido por Ismail Hanniya recupere la normalidad para el país y la esperanza de coexistencia con sus vecinos y de poner fin a los sufrimientos y la violencia. La Liga Árabe presentará el día 29 en la cumbre de Ryad su propuesta de paz, basada en la completa retirada de las tierras ocupadas a cambio del reconocimiento de Israel, pero sin un gesto decidido de los palestinos radicales para dejar atrás sus postulados intransigentes -que incluya la renuncia al terrorismo y abra una vía para el intercambio de prisioneros- es seguro que la propuesta será papel mojado.
Viñeta y Editorial de El Correo Digital.