12 enero 2008

 

Estreno de "El último tren a Auschwitz".


El pasado viernes se estrenó en los cines españoles una película sobre la Shoah, "El último tren a Auschwitz", del reconocido director alemán Joseph Vilsmaier (Stalingrado), que narra las visicitudes de un grupo de casi 1.000 judíos berlineses hacinados en vagones de ganado cuyo destino es el campo de exterminio Auschwitz. La película se desarrolla exclusivamente en el interior de los vagones de la muerte donde el calor, el hambre, el mal olor y la sed, acompañados de un amplio abanico de actitudes, convierten el viaje de seis días en un martirio recreado con detalle en las reacciones humanas, de nuevo, con la idea de que las nuevas generaciones no olviden lo sucedido. Fernando Franco escribe sobre la película.

Después de impactarnos con Stalingrado (92) Joseph Vilsmaier realiza una reconstrucción del trágico trayecto del último convoy. Son los que quedan en Berlín porque no pudieron huir. Es abril del 43, el huracán de la Guerra ha dado un giro. En Stalingrado se ha roto el frente oriental, el Áfrika Korps se repliega hacia el desastre, el Tunezgrado.

El mar y el aire son dominio aliado. Acosados, los nazis se muestran más crueles que nunca. Vilsmaier describe el fanatismo. Las capturas nos recuerdan las escenas de El diario de Ana Frank (59). Un joven SS dirige el tren de la muerte. Entre los detenidos hay gestos de heroísmo pero el sufrimiento acaba con la capacidad de resistencia. Un rabino propone la oración y una mujer le dice que Dios no les escuchará. Mucho tiempo después el teólogo judío Rubinstein pensando en Auschwitz expresará su duda sobre si allí hubo presencia divina.

La terrible dimensión del genocidio sigue sin respuesta. Chaplin lo advirtió en El gran Dictador (40) y no le escucharon. Costa Gavras señala en Amén (2002) cómo la jerarquía vaticana se niega a reconocer los informes sobre el exterminio masivo, una metáfora sobre el silencio. Mientras continúe sin saberse cómo pudo suceder la catástrofe, el cine continuará enfocando el holocausto. En el film de Vilsmaier conmueve ver a las víctimas rezando. Sabían que el cielo no les escuchaba. Quizá pensaban que sus compañeros de tragedia sí les oían.

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